Año 1823. En las profundidades de la América salvaje, el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) participa junto a su hijo mestizo Hawk en una expedición de tramperos que recolecta pieles. Glass resulta gravemente herido por el ataque de un oso y es abandonado a su suerte por un traicionero miembro de su equipo, John Fitzgerald (Tom Hardy). Con la fuerza de voluntad como su única arma, Glass deberá enfrentarse a un territorio hostil, a un invierno brutal y a la guerra constante entre las tribus de nativos americanos, en una búsqueda implacable para conseguir vengarse.
30 minutos. Solo son necesarios 30 minutos de este filme para saber que no se está viendo una simple película sino que se está presenciando cine con mayúsculas. No recuerdo un inicio de película tan tremendamente brutal desde Salvar al Soldado Ryan, salvando, valga la redundancia, las distancias, porque si en esta se nos presentaba la brutalidad del Desembarco de Normandía de la manera más cruda y mejor rodada posible, en The Revenant nos presentan a los personajes en medio de una batalla entre indios y colonos, que gracias a los movimientos de cámara de Iñarritu y la increíble fotografía de Lubezki nos muestra que la violencia bien rodada puede ser sinónimo de belleza.
Durante estos minutos de los que hablo no se da respiro al espectador y ágilmente llega LA ESCENA, todo el que vea la película sabrá a cual me refiero, y es tan brutal que será difícil llegar a olvidar una vez vista, y, me atrevería a decir, que será una de esas escenas conmemoradas cuando se hable de la historia del cine.
Por otra parte, Di Caprio esta brutal, y con brutal quiero decir a que está a un nivel superior a lo que nos tiene acostumbrados, que no es decir poco. Glass, su personaje, le proporciona escenas hechas para su propio lucimiento y que le obliga, además de sacar a flote su estupenda faceta actoral, a tener una potencia física impresionante al alcance de muy pocos actores. Refleja de una manera brutal los sentimientos de su personaje, las ansias de venganza por encima de cualquier circunstancia y todo ello sin apenar soltar palabras de su boca.
Como "villano" de la cinta tenemos a un estupendo Tom Hardy que lo da todo en pantalla haciendo de tipo despreciable, con un acento de "paleto" que al principio es difícil digerir pero que va puliendo a medida que avanza la película.
Hablemos también de la factura técnica de la película, que en muchos aspectos roza la perfección, la fotografía de Lubezki es impresionante, los bosques nevados, los ríos helados, los fríos desiertos, podrías sentir una hipotermia sentado en el sofá de casa. Y no pasa desapercibida la edición de sonido, que ayuda, aún más a introducirse por completo en la pantalla.
El guión no es tampoco ninguna obra de arte, se centra más en cómo se cuenta que en lo que se cuenta, pero que más da cuando se cuenta de una manera tan inusitada.
En definitiva, es una revisión del western, con todos los elementos que lo caracterizan, la venganza, la suciedad, la violencia, la supervivencia... Todo ello mezclado con claras influencias de Malick y con la estupenda narración de Iñarritu.
Durante estos minutos de los que hablo no se da respiro al espectador y ágilmente llega LA ESCENA, todo el que vea la película sabrá a cual me refiero, y es tan brutal que será difícil llegar a olvidar una vez vista, y, me atrevería a decir, que será una de esas escenas conmemoradas cuando se hable de la historia del cine.
Por otra parte, Di Caprio esta brutal, y con brutal quiero decir a que está a un nivel superior a lo que nos tiene acostumbrados, que no es decir poco. Glass, su personaje, le proporciona escenas hechas para su propio lucimiento y que le obliga, además de sacar a flote su estupenda faceta actoral, a tener una potencia física impresionante al alcance de muy pocos actores. Refleja de una manera brutal los sentimientos de su personaje, las ansias de venganza por encima de cualquier circunstancia y todo ello sin apenar soltar palabras de su boca.
Como "villano" de la cinta tenemos a un estupendo Tom Hardy que lo da todo en pantalla haciendo de tipo despreciable, con un acento de "paleto" que al principio es difícil digerir pero que va puliendo a medida que avanza la película.
Hablemos también de la factura técnica de la película, que en muchos aspectos roza la perfección, la fotografía de Lubezki es impresionante, los bosques nevados, los ríos helados, los fríos desiertos, podrías sentir una hipotermia sentado en el sofá de casa. Y no pasa desapercibida la edición de sonido, que ayuda, aún más a introducirse por completo en la pantalla.
El guión no es tampoco ninguna obra de arte, se centra más en cómo se cuenta que en lo que se cuenta, pero que más da cuando se cuenta de una manera tan inusitada.
En definitiva, es una revisión del western, con todos los elementos que lo caracterizan, la venganza, la suciedad, la violencia, la supervivencia... Todo ello mezclado con claras influencias de Malick y con la estupenda narración de Iñarritu.
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